El guante de seda

21/Mar/2011

El País, Juan Oribe Stemmer

El guante de seda

Editorial 21-3-2011
JUAN ORIBE STEMMER
Hasta el miércoles, el líder libio, Muamar al Gadafi proclamaba su inminente victoria sobre los rebeldes atrincherados en la ciudad de Bengazi. Su discurso, en su habitual estilo, incluyó una referencia a Franco: al igual que las tropas franquistas que tomaron Madrid, dijo, el también tendría el apoyo de una “quinta columna” en la ciudad sitiada. También declaró que la ofensiva habría de comenzar inmediatamente para liberar la ciudad de los “terroristas” y “drogadictos”, para quienes no habría piedad.
El viernes, el ministro de Relaciones Exteriores del gobierno libio anunció unilateralmente un alto del fuego y el cese de sus operaciones militares, y llamó al diálogo con la oposición. ¿A qué se debió ese sorprendente cambio, de amenazar a los vecinos de Bengazi (la ciudad tiene un millón de habitantes) con una nueva entrada en Madrid, a desempolvar las ramas de olivo?
La explicación es la aprobación de la Resolución 1973 (2011) del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, reunido en la sede de la organización mundial, en la tarde del jueves.
La Resolución se funda en el Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas que estipula que el Consejo de Seguridad “determinará la existencia de toda amenaza a la paz, quebrantamiento de la paz o acto de agresión y hará las recomendaciones o decidirá qué medidas serán tomadas” para “mantener o restablecer la paz y seguridad internacionales”. La Resolución incluye entre sus antecedentes a la aprobada en febrero, donde había demandado al gobierno libio un inmediato cese de la violencia y lo había exhortado a que tomara medidas para satisfacer las legítimas demandas de la población; y, un elemento clave, la decisión del Consejo de la Liga de Estados Árabes, del 12 de marzo, pidiendo una zona de prohibición de vuelos a la aviación militar de Libia y el establecimiento de áreas seguras para proteger a la población civil.
El jueves, el Consejo de Seguridad demandó un inmediato cese del fuego y un completo final de la violencia y todos los ataques y abusos contra la población civil. También puso énfasis en intensificar los esfuerzos para encontrar una solución a la crisis que responda a las legítimas demandas del pueblo libio y tomó nota de los intentos que realizan el Secretario General de las Naciones Unidas y el Consejo de Paz y Seguridad de la Unión Africana para facilitar un diálogo que pueda conducir a las reformas políticas necesarias en Libia y encontrar una solución pacífica y sostenible.
Dentro de aquel guante de seda se encuentra la manopla de hierro. El Consejo de Seguridad prohibió todos los vuelos en el espacio aéreo libio y autorizó a los países miembros a tomar las medidas para hacer cumplir la prohibición, “en la medida de lo necesario”. Y ese “necesario” puede ser muy amplio. La imposición de una zona de prohibición de vuelos probablemente conducirá a ataques aéreos contra las bases, estaciones de radar y defensas antiaéreas del gobierno libio.
La situación finalmente ha llegado a una encrucijada donde se separan dos caminos: el de la salida negociada de Gadafi o el de su alejamiento forzado por la acción militar.
“La Resolución 1973 del Consejo de Seguridad crea un nuevo escenario en Libia”.